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sábado, 9 de julio de 2011

El día que dejé de ser gilipollas

Desde bien pequeña me incomodaba andar por una calle y que hubiese alguien que necesitase una ayuda económica. Cuando en mi bolsillo no había aún monedas para dar como limosna, me tenía que aguantar, pero en el momento en que eso cambió, empecé a sentirme mucho mejor conmigo misma.

Aún sabiendo que poco podía hacer para que su situación cambiase, me iba yo tan contenta por haberle dado al menos para una barra de pan al mendigo de turno.

Cuando no he podido porque directamente no tenía, me he sentido con un gran remordimiento de conciencia, símplemente he bajado la cabeza y he dicho con un suspiro de voz: "Es que no tengo..." a sabiendas de que el que me pedía pensaba que mentía. Y no era así.

He alimentado a perros y gatos callejeros desde hace años, he comprado infinidad de paquetes de pañuelos en los semáforos, he pagado (y lógicamente nunca aceptado) el diario La Farola en la puerta de múltiples grandes superficies, he dado tickets restaurant, comprado sandwiches, y no ha habido músico o grupo ambulante al que no haya escuchado y echado una moneda.

Cuando entraba alguien a cantar en el metro y veía que todo el mundo se hacía el loco, el dormido, se afanaba en su labor de leerse el libro metiendo la nariz bien dentro para que no le mirase la miseria directamnente a los ojos... yo sacaba mi monedero y miraba juiciosa a todos deseándoles que no se vieran nunca en una situación así.

...

Hacía ya tiempo que no me iba a Madrid y no me recorría media ciudad en metro, como ya sabéis las que me leéis, no tengo aún el carnet de conducir y desde que nació mi hijo:

hijo + vivir fuera de la ciudad + ausencia de coche = pocos paseos en trasporte público.


La cosa no había cambiado, según me senté en el metro, entró un grupo a tocar una melodía. Ni les escuché porque iba con la música a tope pero les dí 50 céntimos.

Un par de paradas después entró uno que fue repartiendo papeles a todos los que estabamos en el vagón. En el papel ponía que estaba sin trabajo, que era un chico pobre y tenía un hijo. Dió la casualidad de que a mí ya no me quedaba un duro suelto, y sin mirarle a los ojos le devolví el papel, poniéndome la excusa a mi misma de que como yo tampoco tengo trabajo y también tengo un hijo, pues tampoco pasaba nada por no darle a todos.


Según volvía a mi casa horas después, en el trayecto de vuelta entró otro en el vagón que sacó papelitos ("¡Cóño! ¡si es que ya se ha puesto de moda!... mejor que soltar el rollo en medio del vagón, lo cual era incómodo para el que está sentado, y para el que lo sienta porque bastante tiene con su desgracia...").

En esta ocasión el papelito decía que tenía una hija con leucemia y que necesitaba un tratamiento, estaba ya bastante sobado y tenía una paloma de la paz impresa. Se lo devolví de la misma manera que al chico pobre sin trabajo y con hijo, seguía sin tener suelto. En fin, que lo que yo quería decirle realmente era "cuando tenga trabajo juro que te doy", pero símplemente bajé (de nuevo) la cabeza y se lo devolví.

No habían pasado dos paradas desde que el chico había abandonado el vagón, cuando entra otro chico con otro fajo de papeles ("Pero bueno, si es que la cosa está fatal").

De nuevo llega el reparto de papeles, y en esta ocasión me encontré con que este chico también tenía una hija con leucemia, que necesitaba el mismo tratamiento, y tenía la misma paloma de la paz impresa.

Así que después de sentirme una rotunda gilipollas, me entraron ganas de volver a casa corriendo, conectarme a internet, para ver si podía crear una web con panfletos super creativos para que esta gente pudiera entregar en el metro, llenos de desgracias e historias súper desgarradoras, a 10 céntimos la descarga, para ver si yo podía sacar beneficio de vosotros, cabrones, golfos y desgraciados, que jugáis con el dolor humano para sacarnos los cuartos a los gilipollas como yo (aunque total, ese beneficio que iba a sacar yo probablemente lo ibas a pagar precisamente tú, que me estás leyendo y acabas de dar una limosna en el metro... no sería justo digo yo).

Me limitaré a no dar monedas a nadie más en mi vida (aún habiendo quien lo necesite) por si da la casualidad de que alguno forma parte de esa banda de desgraciados.
 
Aventuras y Desventuras en la Gran Búsqueda, y el después.... Design by Exotic Mommie. Illustraion By DaPino