No puedo engañarme. El tiempo pasa.
Mi bebé ya va siendo menos bebé.
Así que tengo 2 opciones:
A - Amargarme y darme a las drogas duras, porque no quiero que se haga mayor, porque quiero que sea chiquitín, vulnerable, que me quiera y me necesite, que llore buscando consuelo por la noche y todos sus males pasen símplemente al colocar su cabecita y su moflete gordito en mi hombro. Y que huela siempre a bebé.
(va a ser que lo de las drogas duras no es plan)
B - Aprender a disfrutar viéndo cómo se hace mayor, a pesar de que llegará el momento de "Quita mamá, eres una pesada", "Déjame a dos calles del colegio que no quiero que vean que me trae mi madre por diosssssssss!!!!!!!!!!!!!!", "Mamá ni se te ocurra darme un beso delante de mis amigos, qué van a pensar de mi....", y aceptando la fatalidad de que alguna vez me pueda llamar "vieja".
Pues a mi pesar elijo la opción B.
Y hasta que llegue el momento en que llegue una lagartona petarda y antipática que le sorba el seso y le separe de mí para los restos (porque ya tendré tiempo de hacerme a la idea de que la novia pesa más que la madre), pues... ¡disfrutemos!
Llega el primer cumple, y empezamos a preparar las cositas, a pensar en qué poner de merienda etc... ¡eso sí! y ya tenemos encargado un set estupendo de cumpleaños.
Gracias a Paula del Blog de Holamama porque es una maravilla y lo has tenido preparado en tiempo record.
No me digáis que no es una pasada (y lo que aún no he puesto):
También estoy planeando poner en marcha mi super-faceta-aún-no-descubierta de experta en manualidades.
Quiero llenar toda la casa de pompones, y como Martha Stewart dice que es muy fácil, pues voy yo y me lo creo, así que me haré en breve con cienes y cienes de pliegos de papel de seda y ale, manos a la obra.
A ver en qué acaba el invento, con montones de pompones por la casa, o con montones de churros.
TO BE CONTINUED!